REVISTA SEMANAL
Texto Ganador
(Leer comentarios en el grupo Territorio de Escritores)
Siempre ha sido un niño feliz, el pequeño más feliz del mundo. Jaime
tiene siete años y una sonrisa perpetua, plasmada en un rostro
angelical.
Su habitación es la habitación más linda del mundo, siempre iluminada,
siempre con música, por tener tiene hasta su propio belén y un precioso
árbol de navidad con muchas luces y mil bolas de colores.
Hace un mes estuve con él, estaban también como de costumbre, sus padres
y hermana, encantadores por ciento.
Desde entonces, me levanto cada mañana con unas ganas tremendas de
vivir, desde que estuve en el hogar de esta familia, sé que la vida es
hermosa, sé que no podemos perder ni un segundo en banalidades, en esos
problemas que cada uno tenemos y pensamos: son exclusivamente nuestros,
esos problemas que imaginamos que a nadie más le afectan.
Desde que conozco a ese renacuajo no me he vuelto a enfadar por un
atasco o por qué se me haya caido el pan de las manos.
Desde luego son especiales.
Hace un mes pensaba que estas navidades iban a ser como todas, un
trámite más, una oportunidad de negocio para comerciantes y grandes
almacenes, unos buenos días de caja importante para restaurantes, y
juguetes, muchos juguetes a los pies de las chimeneas en cada hogar
donde hay críos y donde hay adultos más ilusionados si cabe que los
propios peques.
Ayer mismo hablé con Jaime por teléfono, su voz era pura felicidad:
-Hola campeón ¿Que te han traído los reyes?
--¡Holaaaaaaaaaaaaaaaaaa!... -Me han traído lo que les pedí, el oso
giganteeeeeeeeee-
Hoy siete de enero a primera hora la madre de Jaime llamó:
--Carlos, buenos días soy Lucía.
-Hola, buenos días.
--Oye, disculpa la hora, te llamo para decirte que Jaime ya juega con su
osito en el cielo, antes de irse me ha dicho: <<Mami ¿Cuando vendrá el
tío Carlos a ver mi oso y jugar conmigo un ratito, llámalo y dile que
venga pronto>>
De sus siete añitos, seis y medio son los que este REY ha pasado en su
amplia y luminosa habitación, una de las habitaciones del departamento
de oncología pediátrica de un hospital (su casa)
Quizá parezca incongruente pero ha sido el niño más feliz y más alegre
de cuantos niños yo haya conocido y aún les digo más, con su alegría fue
capaz de hacernos a todos felices y valorar lo que tenemos, sus padres
no lo lloraran y tampoco olvidaran.
La navidad era para él: La festividad más bonita del mundo y esperó a
que pasara para marcharse.
Hoy retumban en el reino de los cielos las risas de un gran oso de
peluche, y cientos de pequeños ángeles... y todos, todos se llaman
Jaime.
tiene siete años y una sonrisa perpetua, plasmada en un rostro
angelical.
Su habitación es la habitación más linda del mundo, siempre iluminada,
siempre con música, por tener tiene hasta su propio belén y un precioso
árbol de navidad con muchas luces y mil bolas de colores.
Hace un mes estuve con él, estaban también como de costumbre, sus padres
y hermana, encantadores por ciento.
Desde entonces, me levanto cada mañana con unas ganas tremendas de
vivir, desde que estuve en el hogar de esta familia, sé que la vida es
hermosa, sé que no podemos perder ni un segundo en banalidades, en esos
problemas que cada uno tenemos y pensamos: son exclusivamente nuestros,
esos problemas que imaginamos que a nadie más le afectan.
Desde que conozco a ese renacuajo no me he vuelto a enfadar por un
atasco o por qué se me haya caido el pan de las manos.
Desde luego son especiales.
Hace un mes pensaba que estas navidades iban a ser como todas, un
trámite más, una oportunidad de negocio para comerciantes y grandes
almacenes, unos buenos días de caja importante para restaurantes, y
juguetes, muchos juguetes a los pies de las chimeneas en cada hogar
donde hay críos y donde hay adultos más ilusionados si cabe que los
propios peques.
Ayer mismo hablé con Jaime por teléfono, su voz era pura felicidad:
-Hola campeón ¿Que te han traído los reyes?
--¡Holaaaaaaaaaaaaaaaaaa!... -Me han traído lo que les pedí, el oso
giganteeeeeeeeee-
Hoy siete de enero a primera hora la madre de Jaime llamó:
--Carlos, buenos días soy Lucía.
-Hola, buenos días.
--Oye, disculpa la hora, te llamo para decirte que Jaime ya juega con su
osito en el cielo, antes de irse me ha dicho: <<Mami ¿Cuando vendrá el
tío Carlos a ver mi oso y jugar conmigo un ratito, llámalo y dile que
venga pronto>>
De sus siete añitos, seis y medio son los que este REY ha pasado en su
amplia y luminosa habitación, una de las habitaciones del departamento
de oncología pediátrica de un hospital (su casa)
Quizá parezca incongruente pero ha sido el niño más feliz y más alegre
de cuantos niños yo haya conocido y aún les digo más, con su alegría fue
capaz de hacernos a todos felices y valorar lo que tenemos, sus padres
no lo lloraran y tampoco olvidaran.
La navidad era para él: La festividad más bonita del mundo y esperó a
que pasara para marcharse.
Hoy retumban en el reino de los cielos las risas de un gran oso de
peluche, y cientos de pequeños ángeles... y todos, todos se llaman
Jaime.
Carlos Corredor Camara
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